miércoles, 15 de julio de 2015

Prólogo

Esta historia ocurre en un mundo alterno, en el cual los humanos habitan en armonía con los seres míticos como los dragones. O así era... Han pasado cinco años desde una terrible batalla en el cual los dragones se volvieron en contra del Reino de Pargus, en el cual los mejores caballeros del Rey Pargus enfrentaron a las temibles bestias, y gracias a su gran poder y a la compañía de cierto líder batieron a todos los dragones excepto uno. Aquel dragón de escamas doradas parecía invencible, partiendo las espadas como si nada y amontonando un cadáver tras otro.

Durante aquella batalla que parecía no tener un final murieron la mayoría de los soldados, con dos únicos sobrevivientes. El dragón mandó al suelo a uno con su cola por lo que el otro comprendió que era la hora de sacar toda su fuerza. Hizo un símbolo con su espada en el suelo y después su espada se vio rodeada de una luz deslumbrante, espada que el dragón no pudo partir.

Aquel hombre estaba manteniendo a raya al dragón, y estaba apunto de vencerlo, cuando el destino le jugó una mala pasada. Estaba a unos segundos de cortar al dragón con su espada cuando oyó un grito a sus espaldas que le dejó helado. Tras ello se giró y observó a un niño pequeño herido en la pierna, pero no solo era un pequeño chico, sino que era su hijo, que no contento con que su padre fuera solo acompañado de una persona le siguió a escondidas, pero por lo visto un ataque del dragón desviado por su padre había rozado la pierna de su hijo, dejándolo herido.

El misterioso guerrero cogió al niño y se lo dio a su compañero que aún estaba herido pero consciente y le dijo que lo llevará lo más lejos posible, mientras el niño entre la herida y el susto se desmayó. El compañero obedeció no sin antes desear buena suerte a su amigo, el cual tenía que enfrentarse al dragón. El caballero sonreía por haber conseguido que su hijo se salvara, pero la risa no duró mucho, pues el dragón soltó una llamarada dorada mientras el padre contemplaba a su hijo.

Aquel golpe fue decisivo, pero antes de caer el caballero rodeó su espada con una luz mucho más potente que la anterior y la lanzó al cuello del dragón, y este se partió en 7 orbes de luz que salieron disparados en todas direcciones. Al ver esto de lejos, el compañero vino al cabo de unos minutos acompañado por varios Guardias Imperiales para ver lo ocurrido, pero ya era tarde, un caballero más había caído en combate, pero al no encontrar rastro del dragón supusieron que había sido derrotado.

Unos meses más tarde, aquel niño que ahora vivía solo con su madre, estaba siendo entrenado por el compañero que le entregó al niño la misma espada que la de aquel misterioso guerrero.